N°20 / Les nouvelles idéologies Janvier 2012

La educación y la alienación social del sujeto

Fernando Calle

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Cuando hablamos de la alienación social del sujeto a través de los procesos educativos, hemos de pensar en aquel tipo de procesos que trabajan por la adaptación del sujeto a unos patrones familiares, sociales, unos estereotipos que se convierten en moldes a los que ha de responder el sujeto para no parecer un desadaptado, para no ser señalado como “raro” en un medio social que teme lo diferente e intenta marginarlo cuando se produce, además porque al sistema político de gobierno y la tendencia generalizada en la historia patria ha sido a adoctrinar al sujeto y meterlo en el dogmatismo político, mucho mas cuando ha venido predominando la división del estado entre el pueblo y los gobernantes, estos últimos gobernando para el capital nacional y foráneo, para sus propios intereses y los del imperio dominante y donde el pueblo es visto como “la chusma”, los terroristas, los guerrilleros que hay que combatir porque amenazan el sacrosanto sistema de iniquidad y explotación, de “esclavismos” disfrazados de puestos de trabajo, de sistemas monetarios de usura, donde pagar una casa, por ejemplo, significa vivir hipotecado hasta treinta y cuarenta años para que no se la quiten...

La educación

Decimos en tal sentido que la educación cuyo cometido fundamental es la emancipación del sujeto, como lo propone Paulo Freire, se convierte en un instrumento de opresión, vía la homogenización, primero ajustándose a las premisas evolutivas de corte piagetiano, donde la edad del sujeto determinaría el tipo de aprendizaje: si es un infante tendría un aprendizaje mágico mítico, si es un niño el aprendizaje es concreto y si es un adolescente estaría mas apto para los aprendizajes abstractos. Líneas de aprehensión del individuo que hacen que los contenidos cognoscitivos también se organicen respondiendo a tales patrones. Siguiéndole a ello el asunto de la tendencia a la homogenización por la masificación de la educación, donde los grupos numerosos requieren ser abordados con unos temas para todos, según las edades, no los intereses más genuinos de cada uno o del grupo etáreo en particular, sino lo que el sistema educativo concibe qué debe aprender el educando. Nos vemos así ante un sistema cognitivo educativo estereotipante, tendiente mas a la domesticación y al sometimiento del educando que a la posibilitación de elementos transformadores de la realidad, o mínimamente, de comprensión y entendimiento de la misma, en especial de la realidad interna, pues no hay transformación posible de la realidad circundante si uno no tiene mas o menos ordenado el mundo interno, y ello implica haber podido modificar conflictos tan fundamentales como el edipico, el de castración el de la separación de la madre, entre otros. Así nos dice Héctor Ortiz cañas en su ensayo Hacia Una Pedagogía Intersubjetiva1la tipicidad organizacional ha conformado un “yo” metodológico que actúa, que ideologiza, que suministra un tinte de presuntuosidad, legitimidad y legalidad , para valorar, juzgar y penalizar, unidireccionalmente, diversos tipos de conducta, en el espacio escolar, social y personal” (ibid.p184).

Aunque Ortiz Cañas pone aquí el acento en lo que implica la educación para la convivencia y el respeto por el otro, también incluye el aspecto personal. Lo que nos lleva a preguntarnos por lo que implica todo ello para la relación consigo mismo y los demás aspectos de la vida, poniendo el acento en lo primero, pues, lo que nos ayuda a ubicar el psicoanálisis es que el sujeto repite con el otro lo que ya ha realizado consigo mismo, esto es, si se juzga, se señala, se macartisa al semejante es porque ya lo venimos haciendo contra nosotros mismos de alguna manera, aunque esto sea inconsceinte. Con el inconveniente que se tiende a intensificar el auto señalamiento y la severidad con que uno se juzga, somete o castiga cuando no es llevada hacia afuera, lo que quiere decir que sino se dañan las relaciones sociales y uno mismo, la tendencia es a dañarse desde aquellos patrones ideológicos transmitidos por la educación.

Aquel tipo de educación conduce pues, por la vía que bloquea el pensamiento y la creatividad, promueve la negación de la interioridad propia para darle prelación a lo que se concibe, desde el aparato educativo, como lo importante, lo trascendente o lo que puede ser en realidad significativo, lo que se interpreta mas tarde como lo productivo, lo rentable, pues la educación, en este sentido, es un entrenamiento de la mente para la asimilación de los valores del capitalismo, pues como lo propone Nietsche en su texto Asi Hablaba Zaratustra:  “El problema está en hacer al hombre lo mas utilizable posible y aproximarlo, hasta donde se pueda, a la maquina que no se equivoca nunca: para esto es preciso armarlo con las virtudes de la máquina y enseñarle a soportar el hastío, a dar al hastío un encanto superior…; es preciso que los sentimientos agradables sean relegados a una categoría inferior”. Doblegar los sentimientos, emociones y deseos hace del sujeto un “mejor ciudadano” en el sentido que no pone a interferir su subjetividad con los propósitos y aspiraciones del dueño del capital o de la empresa, o, simplemente se somete a los sistemas de explotación sin chistar mucho, o, al menos, podrá llegar a ser un buen consumidor que paga puntualmente los impuestos para mantener al sistema de corrupción político administrativa, el sistema de guerra, y pagar las deudas contraídas con la banca internacional de usura por los agentes estatales.

Sin embargo, hemos de decir que no solo es el aparato educativo escolar el que construye los estados de alienación del sujeto, pues este esta precedido para cada uno por la educación temprana, la que le viene de la familia con la cual se han instaurado una serie de dependencias fundamentales, ya que el psicoanálisis llega a plantear con Freud que el ser humano es un sujeto alienado a su propia realidad inconsciente, realidad que se constituye o estructura en los primeros años de la vida extrauterina y en relación con la familia originaria, es decir, que el primer contexto en su estructuración le marca, dejando unas huellas indelebles para el resto de la existencia, teniendo que decir que los conflictos que se dan en el núcleo familiar son repetidos de una y otra manera por el individuo en su vida posterior, llegando a superar cada quien, la mayoría de veces, muy poco de aquello. Y no solo son los conflictos familiares, también se pone en juego la manera como cada quien aprehende su vida pulsional y la norma que la restringe: cada tendencia pulsional le impone nuevos retos, le lleva a articular mecanismos que se convierten en formas esquemáticas, muchas veces patológicas  de relación consigo mismo y también con los otros. Por otro lado, cada familia según los conflictos mal resueltos en sus integrantes, tiende a acentuar, a promover e incluso a arraigar aquellos mecanismos y sus derivaciones patológicas.

Decimos entonces que el psiquismo se estructura en los cinco primeros años de vida, época que queda olvidada debido a los efectos amnésicos que tiene la represión, retornando luego y colándose en actitudes, en formaciones sintomáticas personales, las que también se articulan a lo relacional y lo colectivo, imponiéndose por encima de la voluntad, los propósitos o aspiraciones que consideramos mas fundamentadas en nosotros.

Aquellas dependencias tienden a repetirse ulteriormente por la vía de la transferencia, mecanismo esquemático donde el sujeto acomoda las situaciones nuevas, pero con las reacciones viejas, entonces, desde lo inconsciente, el sujeto tiende a quedarse en el pasado y a responder desde allí, mientras la realidad le reclama posiciones y respuestas nuevas. Con esto se quiere proponer que el sujeto viene ya marcado desde la relación con los padres y en general, la familia originaria, de tal modo que hemos de decir que la familia prepara al sujeto para su alienación y el sistema escolar le da continuidad al proceso, pero no porque el sujeto no sea responsable y no participe activamente en la situación, solo que la participación es mas bien desde sus vulnerabilidades intimas, la mayoría de veces del orden inconsciente y esta llamado a hacerse cargo de su propio destino, pues quedarse a lamentar sus desdichas no le libera ni le permite construir nada nuevo, los demás, el sistema serán los responsables de su infortunio o su tragedia y no tendría mas nada que hacer sino esperar  a que todo cambie, lo que en ultimas es resignarse a soportar su mísero destino, rabiando con todo y con todos porque no le han hecho la vida mas agradable, porque no le han allanado el camino de abrojos.

¿Qué vemos desde la escuela?

No por lo que acabamos de enunciar, podemos decir que el aparato educativo escolar se halla exento de asumir unas posiciones diferentes, pues dirá el gurrumino, pusilánime que si el sujeto trae problemas desde su núcleo o grupo familiar, ya la escuela no podrá hacer nada por mejorar sus condiciones, no, antes por el contrario, es allí donde mas le cabe la responsabilidad, pues como lo propone Federico García en su ensayo Qué vemos desde la escuela,2 la escuela, y diríamos el sistema educativo formal e informal, están llamados a modificar aspectos contraproducentes y enfermizos que el sujeto trae de las relaciones intrafamiliares, las tendencias particulares, las formas de asimilar  tanto aquellas relaciones como las tendencias propias, mucho mas en un medio social como el nuestro donde el abuso sexual al menor, la violencia intrafamiliar y el maltrato infantil gozan de tan altos índices, pues si bien Freud propuso que educar es como poner un remiendo nuevo a un traje viejo y por tanto, no es mucho lo que logra la educación cuando ya el psiquismo esta estructurado y organizado en torno a una serie de mecanismos psíquicos esenciales, no hemos de olvidar lo que nos propone Ortiz Cañas, que los procesos intrapsiquicos no se presentan aislados sino que están articulados y toman forma en la interacción (ibid). Lo que nos da a entender que los procesos educativos son contextos donde el sujeto pone en vigencia aspectos larvados de lo individual y de lo colectivo y dependiendo de la posición en que se ubica el docente se estimulan o jalonan algunos, mientras que se adormecen y se moderan otros, así, volviendo a la propuesta de Ortiz Cañas, él nos formula que lo que ha de legitimar la acción del maestro no es la neutralidad sino la interaccionalidad de las subjetividades, donde, por un lado, no olvida que toda interacción implica su subjetividad en mayor o menor medida, mientras por otro, potencializa la ocasión para hacer de la interacción, sino algo  que promueve al estudiante hacia mejores condiciones de vida, al menos se mantiene dentro de lo que puede resultarle saludable.

kairós

Nos lleva este último aspecto por una vía que es conveniente desarrollar y es la de que cada grupo generaría los contextos precisos para desatar aspectos conflictivos o no, en cada uno de los integrantes, según las posiciones que vayan fluyendo, según las problemáticas que se entrelacen. Lo que también nos pone frente a un nuevo paradigma: el diseño de contenidos tendrá que responder no a la programación académica institucional, sino a la dinámica que adopte el abordaje de los contenidos, según se dejen fluir las posiciones subjetivas y se oriente sin puerilidades: sin muchos celos del docente porque el educando puede pensar, incluso mejor que él, sin rivalizar con el estudiante porque aquel tenga opiniones o puntos de vista diferentes al suyo, dejando su posición de ser el centro para convertirse en un facilitador donde el centro son todos y cada uno en su momento de probarse o kairós.

Se educa mucho mejor si se posibilita la interacción que si nos centramos en ofrecer contenidos, en “llenar” al estudiante de contenidos y conceptos y en regularlo por temor a su libertad y a sus desmanes. Se trata de enseñar a pensar y entrenar la mente para la libertad del pensamiento, el respeto por la diferencia, la aceptación del semejante, no de aborregar ni entrenar un ciudadano para la pasividad manifiesta y la opresión repetida hasta el cansancio, sino consigo mismo con los semejantes, la mayor parte de las veces, encubierta. Para ello se requiere un educador  que pueda operar como modelador de nuevos patrones de identificación, esto es que sea capaz de ofrecer una actitud espontanea y abierta, capaz de jalonar procesos de interacción, conocedor de su propia subjetividad para que pueda dar paso a que fluya la de los educandos.

Asi nos dice Renato Solórzano “Las operaciones por las cuales un sujeto se inscribe en el orden humano o del lenguaje son llamadas por Lacan como alienación y separación, la primera hace referencia a alienarse en lo que se representa para el Otro, perdiendo su ser, como se ha explicado anteriormente y la segunda  permite que el sujeto se libere del efecto de la cadena significante y constituya su deseo, es precisamente allí donde hay un exceso o desmesura en el adicto, por una presencia materna que dificulta la separación”. (2010).

Preguntas

Todo ello nos deja varias preguntas: ¿Cómo ser un maestro que estimule las expresiones incluyentes que en vez de rehuir las miradas subjetivas, antes las anime y las sepa entender, interpretar o, mínimamente, respetar? ¿es posible, al menos en un principio de implementación de la nueva metodología, encontrar educadores capaces de implementarla sin menoscabo de su propia salud psicológica o estabilidad psíquica? ¿Requerirán todos ser entrenados en la metodología y en los matices que puedan implicarse? ¿acaso todos requieran de un proceso psicoanalítico?   ¿puede el  proceso educativo articularse como un proceso investigativo y a través de este facilitar el inter juego de las subjetividades, donde las consultas previas y la discusión posterior, la socialización de opiniones de lugar a la democratización del conocimiento?

Podrá el educador desencuadrarse de su posición de tener que calificar para pasar a entronizarse en  procesos de aprendizaje variables y duraderos.

1  Revista UNAULA, 2006. págs. 184-7.

2  Publicado en el texto Destinos de la familia: Padres, madres e hijos hoy(2006), pgs.143-159. Compildora Gloria Gómez

Freire, Paulo. Pedagogía del oprimido. Bogotá: Carvajal, 1987.

Garcia, Federido. Que vemos desde la escuela. en: Destinos de la familia: Padres, madres e hijos hoy 2006, pgs.143-159. Compildora Gloria gomez. Anforalibros: Bogotá.

Nietszche, Federico. Así Hablaba Zaratustra, Barcelona: Losada 1980

Ortiz Cañas, Hector. Hacia una Pedagogía Intersubjetiva. revista de la Universidad Autonoma Latinoamaericana, Vol 25. 2006. Pgs184-186.

Solórzano, Renato. La Mente Adicta. León: Universidad de león 2009.

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