Los radicales no somos dados al recuerdo público de nuestros líderes. Más bien siempre les procuramos un discreto perfil. Sin embargo, en este caso, es el momento de reconocer su legado y su ejemplo político, ante las nuevas generaciones que ingresan al Partido Radical, al cumplirse quince años de su desaparición física, el siete de junio del año 2002, a los 68 años de edad.
Anselmo Sule Candia, fue uno de los más notables líderes del Partido. Su figura trasciende el ámbito partidario y se proyecta con superior validez en la vida internacional. Cuando la ignominia dictatorial le quitó vanamente su nacionalidad, no puede olvidarse el gesto solidario y generoso del pueblo y gobierno de Uruguay al otorgarle la suya, en virtud de su coraje libertario y democrático, su talento e hidalguía política, en la lucha por el rescate de la justicia y la libertad en los países del Cono Sur, sometidos a cruentas y despiadadas dictaduras a fines del siglo pasado.
Su figura, siempre modesta y sencilla, se enaltece como un sobresaliente conductor en la recuperación del estado de derecho ferozmente violentado por la irrupción de un militarismo abyecto en la región. Venezuela, México, Uruguay, Argentina, Centro-América, el Caribe y Europa fueron ejemplos de su acción solidaria.En Uruguay obtuvo la “Gran Nacionalidad Uruguaya”, por unanimidad del Congreso (por servicios prestados a la patria), distinción que hasta ese momento, sólo se le había otorgado a Andrés Bello En ese intertanto fue vicepresidente mundial de la Internacional Socialista por diez años (1976-1986).
Chile y América Latina reconocen el esfuerzo, la preocupación y valentía de Anselmo Sule, en una lucha larga por superar aquellos momentos difíciles y duros para nuestros pueblos. Desde muy joven, militante del Partido Radical, como abogado y Senador de la República, y miembro distinguido de la Masonería, demostró cosas importantes para hacer política verdadera: talento político, bondad y solidaridad humana, lo que selló para siempre su vida estelar. Nunca le perturbaron el halago, la adulación ni los intereses poderosos de grupos reinantes. Siempre sostuvo una posición de tolerancia, equilibrio y sagacidad política para articular polos encontrados en la organización partidaria.
Se podría decir que Anselmo Sule, fue uno de los últimos grandes líderes del siglo XX. Dirigió a nuestro Partido, glorioso en tradiciones y aportes a Chile. Supo rescatar los valores de los padres fundadores y proyectarlos a los momentos y coyunturas para concebir una estrategia política acorde con el “tiempo” político que el radicalismo requería. Con el timón firme, jamás se apartó de los nobles postulados y principios filosóficos que nos dieron origen en 1859. Nunca olvidó que el radicalismo chileno surgió en la Segunda República con Matta y los Gallo en la batalla de Los Loros, luchando contra el autoritarismo de Montt, para hacer de Chile una sociedad más justa y libertaria. Esos principios, Anselmo Sule los tuvo siempre presentes en su fervorosa y sacrificada vida política al servicio de Chile.
Cabe este recuerdo en un aniversario más de su desaparición física. Cuando el insigne luchador social que fue Anselmo Sule estimuló e impulsó -junto a Alcides Leal, Orlando Cantuarias, Aníbal Palma, Alberto Baltra, Hugo Miranda, Luis Bossay Humberto Enríquez, Exequiel González Madariaga, Carlos Morales, y muchos otros- la conformación de una tendencia interna destinada a rescatar los valores del Partido, desperfilados por su participación en el gobierno conservador de Jorge Alessandri, se propuso junto a la Juventud Radical Revolucionaria (JRR), crear un ariete, para generar la vertiente necesaria para encauzar la renovación partidaria y enfrentar la coyuntura histórica de cambio y transformación social que Chile y el radicalismo aspiraba Las condiciones políticas, viejas y desiguales, se fueron agudizando gradualmente para que ello ocurriera. Primero fue la Juventud la que conformó el eje de ese movimiento de rescate interno y de modernización ideológica, con un carácter ciertamente revolucionario, frente a otro de tipo conservador, que prevalecía en gastados sectores en la militancia.
Aquello fue un terremoto político al interior del radicalismo, removiendo viejas estructuras y dando una nueva visión a la lucha por la defensa del país, su plena independencia y soberanía, como correspondía en la década de los años setenta del siglo XX. Así nació la Juventud Radical Revolucionaria, para luchar por Chile, entre el edificio del antiguo Congreso Nacional y las oficinas de Anselmo, en calle Ahumada 370 con Compañía.
Todo culminó, con orgullo y validez patria, en el llamamiento a integrar un verdadero movimiento de audaz transformación del Partido Radical que en la Convención de la época alzó al profesor Alberto Baltra Cortés como el abanderado presidencial. Ello tuvo un costo interno enorme. Muchos quedaron en el camino en esa lucha ideologica por la renovación y el cambio que la década de los años setenta del siglo XX presentaba.
Sule fue pieza vital en ese movimiento liberador que, al reconocerlo, hoy llena de orgullo al Partido y a los sectores más avanzados del pensamiento político chileno. Es parte de nuestra historia ejemplar, no siempre bien comprendida y divulgada. Más bien, manipulada y desfigurada por los intereses anclados que predominaron en muchas generaciones de militantes del partido.
Hay que estudiar y analizar la historia política y parlamentaria del Partido Radical para entender su inestimable aporte a nuestro país. Miles de proyectos en casi siglo y medio, enaltecen el agudo acervo político de sus dirigentes. El radicalismo tiene un inmenso legado histórico que exhibir a Chile y mostrar a las nuevas generaciones, su fervor patrio, su defensa de las riquezas y bienes nacionales, su espíritu laico en resguardo de todas las creencias y, sobre todo, su inquebrantable sentimiento de servicio público y lealtad a nuestros conciudadanos más abandonados y desprotegidos.
Hoy muchos quisieran hacer desaparecer esa historia de aportes inequívocos del Partido Radical a la vida nacional. El radicalismo, es fuente generosa de valores solidarios, de defensa de los más débiles y oprimidos, de justicia social e igualdad, el radicalismo, con sus principios y doctrinas enaltecedores, es la respuesta más genuina para el futuro político de Chile, sin entregas ni atropellos.
Reiteramos con convicción que la fecha es propicia, para recordar a un chileno ejemplar y a un radical de excepción, a un hombre que luchó sin tregua por el destino libertario de Chile y por la defensa de los más débiles, de aquellos excluidos que tanto pueblan todavía el territorio nacional.
Sus hijos, Alejandro, Claudio, Tatania, Fresia, su familia, los amigos que disfrutamos de esa bondad y talento de Anselmo, lo recordamos hoy con particular orgullo, por haber tenido la suerte de disfrutar de su trato generoso, calidad humana, de su lealtad como de su fervor patrio y libertario.
La Fundación Anselmo Sule tiene un desafío concreto: preparar, un gran homenaje como una hermosa tarea de justicia y reconocimiento a su vida ejemplar. La juventud chilena tiene en él a un luchador inclaudicable por la justicia social en una hora política de tanto de desprecio a la política y de preeminencia de valores ajenos a nuestros ser nacional como el lucro, individualismo exclusión y engaño.
Chile también tiene una deuda con este chileno que, sin odios y mucho amor, supo luchar con inmenso sacrificio, exilios y coraje, por tener la Patria que se nos había arrebatado por una abyecta dictadura conculcadora de los derechos fundamentales del hombre.
Los pueblos se engrandecen cuando recuerdan y exaltan a sus valores más genuinos. Es la hora de hacerlo con grandeza, en nuestro Partido y su bases militantes, como en el Parlamento nacional, donde fue abanderado de la causa de los desasistidos y marginados sociales por un período de dos décadas.
Caracas, Junio 07 de 2017