Introducción:
En este trabajo se hará un recorrido por algunas diferentes definiciones, más no todas, que podemos encontrar de la Psicología Política para hurgar aquí el concepto de ‘ideología’. De esta manera se reconocerán las características y propiedades propias con las que teñimos a este concepto, lo que nos permitirá hacer una revisión epistemológica del mismo a partir de lo que Gastón Bachelard llama “psicoanálisis del conocimiento objetivo”. Este pensador, fenomenólogo y epistemólogo, psicoanalizador de la forma en que el conocimiento científico se produce, dice al comienzo de su obra “La formación del espíritu científico. Contribución a un psicoanálisis del conocimiento objetivo” de 1948, que “el matematismo no es ya descriptivo, sino formativo. La ciencia de la realidad no se conforma ya con el cómo fenomenológico: ella busca el porqué matemático”. El conocimiento que producimos no remitiría tanto al objeto del conocimiento en sí, sino más bien a la formación y conformación del espíritu humano llamado muchas veces como espíritu científico, a la forma en que el espíritu humano se conecta y contacta con lo que se le llama realidad y con las vicisitudes con que se presenta el contacto mismo.
¿Qué es la Psicología Política?
Comenzaremos esta exposición con definiciones de esta disciplina que ofrece Rodríguez Kauth de manera escueta y precisa, que delimita de entrada el objeto a perseguir por esta disciplina. Dice que “se entienden cuando menos dos entidades conceptuales: a) la psicología de la política, es decir, el análisis y la comprensión psicológica de las conductas y de los procesos políticos; b) la política de la psicología, es decir, la psicología entendida como discurso político que legitima y valida, o bien, intenta descubrir este ardid de legitimación y validación, para que el mismo sea utilizado como mecanismo de poder por parte de quienes usan a la psicología para ponerla al servicio de sus intereses”. (Rodríguez Kauth, 1998) Esta disciplina no sólo se desprende de la psicología social, sino que toma elementos de la misma para realizar sus análisis respectivos, ya que “el objeto de esta disciplina puede aparecer como variado y múltiple, aún cuando deba tenerse presente que su objeto último y primordial es la persona como sujeto atravesado por una cultura, en este caso por una cultura política particular”. (op. cit.) Los actores sociales de y en las acciones políticas son tanto personas como colectivos, y que un actor no puede estar definido o caracterizado sin la presencia correspondiente del otro y de la relación en cuestión.
Claro que se utilizan diferentes modelos teóricos para realizar análisis en psicología política, pero cabría antes un detallado análisis individual por parte del investigador en psicología política de cuáles serían las causas (deseos o afinidades) y consecuencias de usar tales y no otras teorías, de crear ciertos conceptos y no otros. “El instrumento de medida siempre termina por ser una teoría, y ha de comprenderse que el microscopio es una prolongación del espíritu más que del ojo”. “Puesto que no hay proceso objetivo sin la conciencia de un error íntimo y básico, debemos comenzar las lecciones de objetividad por una verdadera confesión de nuestras fallas intelectuales”. (op. cit.) Esto quiere decir que no sólo las elecciones por parte del investigador de teorías no son aleatorias y asépticas o neutrales, sino que preforman más al objeto que descubrirlo. Por eso es que en este análisis se intenta ver todas las connotaciones que le otorgamos al supuesto objeto de conocimiento para no substancializarlo, para no caer en una valorización abusiva de alguna teoría, ya que “sin duda, todo autor está animado por el deseo de valorizar el tema que ha elegido. Esta necesidad de elevar a los temas está en relación con un ideal de perfección asignado a los fenómenos” (op. cit.)
Cada análisis estará regido, o al menos debería estarlo, por una vigilancia intelectual que de cuenta del nivel de impregnancia tanto del nivel individual como del colectivo de cada teoría referenciada para visualizar mejor aún el método de medida y no el objeto a medir. “Más que el objeto de su medida, el científico describe el método de medida”. (op. cit.)
Continuaremos esta investigación con los diversos enfoques y recursos metodológicos que se utilizan en el quehacer de la psicología política y que están reconocidos por los pioneros de la Psicología Política Latinoamericana. M. Montero en “Modelos y niveles de análisis de la Psicología Política” (1999) describe los diferentes modelos y niveles de análisis de esta disciplina en cuestión. En cuanto a los niveles o perspectivas de análisis se encuentran: 1) perspectiva psicosocial con una tendencia cognoscitiva y otra tendencia comportamental; 2) perspectiva psicoanalítica; 3) perspectiva discursiva con una tendencia pragmática y con otra tendencia teórica; perspectiva estructural-funcional. A la vez, cada perspectiva se puede manifestarse en diversos modelos, a saber: el modelo liberacionista crítico, el retórico-discursivo, el psicohistórico, el racionalista, el marxista y el modelo de la psicología colectiva.
La perspectiva psicoanalítica “ha enfocado los fenómenos psicopolíticos en función de la dinámica de las tópicas del psicoanálisis establecidas por Freud. Los hechos traumáticos, la memoria colectiva, la estructura de la personalidad de personajes políticos, las explicaciones de los comportamientos políticos, tanto de masas como de individuos, han sido privilegiados en este nivel. Los procesos y mecanismos de negación, represión, inhibición, racionalización, desplazamiento, condensación, introyección, proyección, catarsis, son herramientas fundamentales en el análisis que se hace desde esta posición”. (Montero, 1999) Ahora bien, la autora opina que esta perspectiva acostumbra a realizar sus análisis, llevando a la vida pública y al destino del acontecer político, poniendo el énfasis en los aspectos psicopatológicos de algún personaje político en cuestión para racionalizar o explicar el porqué de algunos sucesos sociales en un determinado momento. Este razonamiento tiene validez en cuanto que olvida tal análisis de una gran colectividad que está por detrás, o por delante, o al mismísimo lado de la personalidad individual estudiada en relación a un determinado momento de una sociedad, o fenómeno en una sociedad en cuestión. Consonante con esto es el razonamiento de Rodríguez Kauth, quien ubica a W. Reich como el pionero de la psicología política a partir de una conjunción teórica y práctica del psicoanálisis con el marxismo. “W. Reich produce un descentramiento de la causalidad con respecto a la ortodoxia partidaria. La causa de los males de la gente no se encuentra solamente en la lucha de clases no expresadas por testimonio revolucionario alguno, sino que hay que buscarla también en la estructura psicológica y en las actitudes emocionales de la masa que se trate.” (Rodríguez Kauth, 1998) Es notable cómo el objeto en cuestión es influido por uno de los obstáculos de la cultura científica, el cual “se presenta siempre por pares” (Bachelard, 1948), a saber, o hay predominancia de lo individual o del colectivo. “A tal punto que podría hablarse de una ley psicológica de la bipolaridad de los errores. En cuanto una dificultad se revela importante, puede uno que al tratar de eludirla, se tropezará con un obstáculo opuesto.” (op. cit.) Los dos últimos autores mencionados no se dejan enceguecer por el obstáculo en cuestión.
De aquí que Bachelard utilice el título de ‘psicoanálisis del espíritu científico’ para indagar todo lo que de saber se le supone a los objetos designados por el hombre cuando éste emprende la tarea de querer conocer, de querer comprender, de querer saber. “Psicológicamente no hay verdad sin un error rectificado. Una psicología de la actitud objetiva es una historia de nuestros errores personales. Desde ahora en adelante el cerebro ya no es en absoluto el instrumento adecuado al pensamiento científico, vale decir que el cerebro es el obstáculo al pensamiento científico. Obstáculo en el sentido de coordinación de gestos y apetitos. El dinamismo psíquico ha de ser vigilado; todos los valores sensibles han de ser desmonetizados”. (Bachelard, 1948)
Saber esto es imprescindible para la Psicología, ya que sino se eleva a estatuto de certeza única lo que una teoría descubrió o elucubró en relación con un fenómeno. Se olvida a menudo, que tales elucubraciones pertenecen a un sujeto productor de saber, identificando el proceso del razonamiento del investigador con el producto obtenido, tomando el producto como herramienta imprescindible para contactarse con la realidad de manera ‘profesional’. Se olvida el investigador que el lector elevará los procesos de sus razonamientos como productos terminados, y tomará a éstos como lo imprescindible, escamoteando lo fundamental: quién y cuándo se pensó, se analizó, se descubrió lo que se está exponiendo como saber. “Cuando, finalmente, se percibe la existencia del sujeto y de su actividad característica en tanto que sujeto cognoscente, se disocia a menudo la actividad intelectual “normal” de la actividad “noble” que es la del “descubrimiento”: así se constituye el estudio de la heurística del sujeto como algo separado del resto de los actos del saber. Mediante esta disociación se perpetúa y se legitima retroactivamente la negación del sujeto como productor de sentido: la “heurística” es una ideología de docentes y un artefacto psicológico”. (Chevallard, 1991)
La perspectiva siguiente, llamada discursiva “asume dos formas de expresión: una posición teórica, según la cual la política es un discurso constructor de la realidad. No hay distinción entre el debate y el objeto en ellos descrito. Hablar de la política es la política. El discurso es la cosa. Epistemológicamente se trata de una posición monista en la cual no se distingue entre sujeto y realidad. Ambos están del mismo lado, porque la realidad es una construcción del sujeto. No hay mediadores, sólo procesos de denominación, de descripción, de explicación, de atribución de significado en una cadena sin fin de construcciones que se producen en el lenguaje. ” (Montero, 1999) Con respecto a la segunda forma de expresión de esta perspectiva Montero opina que “lo fundamental es el análisis, la clarificación del texto, la revelación de sus sentidos evidentes e implícitos.” (op. cit.) Se intuye a primera lectura que la primera forma de expresión de esta perspectiva cae en una fascinación por la imagen realizando un análisis simplista de la realidad, al decir de Bachelard, si pretendemos con esta perspectiva hacer un estudio exhaustivo de la misma. En cuanto a la segunda, se puede visualizar que es bastante útil por su carácter pragmático, es decir, por su característica de trabajar con los signos lingüísticos los cuales otorgan realidad concreta al cargar con significados por lo que se puede obtener un buen nivel de profundidad en cuanto que ayuda a definir al objeto en cuestión, este es la realidad social; pero hay que tener vigilancia con esta utilidad, ya que “es a todos los detalles de un fenómeno que se trata de atribuir una utilidad característica. Si una utilidad no caracteriza un rasgo en particular, parece que ese carácter no está explicado”. “Encontrar una utilidad es encontrar una razón. Ella conduce a generalizaciones exageradas”. “Lo útil por su valorización se capitaliza sin cesar”. (Bachelard, 1948) El creer que todo tiene un sentido a develar se puede caer en el error de que es la búsqueda del sentido la que guía el razonamiento, perdiendo de vista las relaciones causales que pueden producir un sin fin de sin sentidos, de paradojas, contradicciones, absurdos, por ejemplo.
Como dijimos anteriormente, las diversas perspectivas pueden a su vez manifestarse en diversos modelos.
Martín Baró es el pionero del modelo liberacionista-crítico al proponer en 1986 las bases para una “psicología de la liberación” que parta de una psicología social crítica para investigar los fenómenos políticos e intervenir en ellos para generar transformaciones sociales. Sus principios fundamentales son: “una psicología comprometida, con un compromiso crítico, para el cual la psicología no es aséptica, pues involucra valores que deben explicitarse, los cuales rigen la conducta. El optar por la causa de determinados actores sociales significa estar muy concientes del contexto. Esto es lo que Martín Baró llamaba el “desde dónde”; el “desde quién”. (op. cit.) Este hombre salvadoreño, ha podido saltear “dos tendencias contrarias en las que un espíritu científico puede extraviarse: la atracción de lo singular y la atracción de lo universal.” (Bachelard, 1948) Ha vislumbrado cómo en la psicología que él ha conocido no se encuentra el hombre cotidiano con el que él vive. No se ha dejado llevar por una psicología individualista ni por una colectiva, sino más bien ha intentado hacer una psicología más realista, ya que ubica con predominancia al contexto para poder captar el objeto que le interesa verdaderamente.
Hay dos elementos importantes en esta propuesta: el rechazo por una psicología hegemónica, es decir, el rechazo por la universalización de ciertas teorías; y la introducción del sujeto investigador en cuanto que tiene que explicitar qué significan ciertos términos a usar y porqué se los utiliza. De esta manera se entiende que la “finalidad de esta psicología es la concientización que lleva a la liberación por los propios actores, al eliminar las barreras que impiden la comprensión de las causas y efectos en las circunstancias de vida. Esto es, al eliminar la hegemonía de ciertas explicaciones sobre otras (desideologización).” (Montero, 1999) Aquí tenemos entonces una primera introducción a lo que se entendería por Ideología enmarcada dentro de esta disciplina. Y no es casual que aparezca este concepto ligado a la aparición de los dos elementos importantes que hacen que se destaque este modelo: la producción de una psicología más “local”, es decir, que hable de un sujeto desde un contexto, el ‘latinoamericano’; y la introducción del sujeto que produce en tanto elige y construye conceptos y significados. Es decir, análisis de la realidad material en que se vive por un lado, y producción de un lenguaje propio por otro.
Como primera aparición del concepto ‘ideología’, podemos citar a Marx y Engels y observar las semejanzas que hay entre este planteo y en el de este autor sobre la construcción de representaciones, y cómo el lenguaje preforma la conciencia. “La producción de las ideas, las representaciones y la conciencia aparece, al principio, directamente entrelazada con la actividad material y el trato material de los hombres, como el lenguaje de la vida real. La formación de las ideas, el pensamiento, el trato espiritual de los hombres se presentan aquí todavía como emanación directa de su comportamiento material.” (Marx K.; Engels F., 1846) Es la asunción de ciertas formas de representación del mundo (entre ellas el cómo captar al sujeto, individual y colectivo) que tienen pretensión de validez universal las que se desprenden de las condiciones materiales de trabajo. El efecto logrado es “la conciencia [das Bewusstsein], la cual, jamás puede ser otra cosa que el ser consciente [das bewusste Sein], y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la ideología, los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en la cámara oscura, este fenómeno proviene igualmente de su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina proviene de su proceso de vida directamente físico.” (Op. cit.) A primera vista lo que se busca, una vez incluido el concepto de ideología en este tema, es un análisis de las formas y condiciones en que la producción de conocimientos tiene lugar, y por lo tanto representaciones sobre el individuo y sobre la sociedad que se brindan, que un sujeto o grupo construye para dar significados a lo que se quiere conocer. Por lo que el investigador en cuestión, el productor de conocimientos, o el que transmite a los mismos, está implicado en esta asunción, producción o distribución de ciertas representaciones. Él mismo no queda exento de este proceso. Implicancia por lo tanto del sujeto productor de conocimientos de los significados que se suceden.
Ahora bien, al decir que la concientización lleva a la liberación por los propios actores eliminando las barreras que impiden la comprensión de las causas y efectos de las circunstancias de vida, se puede caer en la confusión de que es por medio de esta psicología que los actores pueden liberarse, siendo que la liberación responde o, mejor dicho, enfrenta al modelo hegemónico de producción de cómo considerar al sujeto, en este caso el latinoamericano, de cómo hacer una psicología. Como bien dice el autor es a los fines de investigar los fenómenos políticos e intervenir en ellos para generar transformaciones sociales. Vale decir que considera al sujeto individual y al sujeto colectivo como activo en cuanto a la posición que puede tomar en la realidad, más no significa que éstos lo sean o que no lo sean. Sólo lo consideran como tal, para dotarlo de otras cualidades aún no designadas. Pertenece este concepto de ‘activo’ a la teoría, mas no al objeto de conocimiento, esto es al sujeto individual o sujeto colectivo en su contexto. El cambio está en la forma de considerar al objeto de estudio, no en el objeto de estudio. En este sentido la fuerza activa la lleva la teoría en sí, ya que propone disponer del contexto para construir significados.
El modelo psicopolítico de la psicología colectiva tiene como función la de “analizar la posibilidad o la dificultad para que, en una sociedad específica, se logre producir la máxima riqueza comunicativa, ya que es ella la que a su vez posibilita la publicitación de los hechos y fenómenos que deben ser reconocidos por todos (politización, en el sentido de pertenecer a la polis), evitando la privatización de la comunicación, con la consecuencia de acallar aquello de lo que se debería hablar (ideologización).” (Montero, 1999) Esto es hacer un análisis de los sistemas de expresión e interpretación, ya que éstos crean experiencias y fundan sentidos. Nuevamente entra la Ideología en cuestión. Podemos avezarnos a decir que este modelo participa de este concepto que se trata de un proceso dialéctico por lo que ciertos elementos y factores se mantienen por debajo, a raya, o sin nombrar, en contraposición a otros que son los más nombrados o reconocidos y legitimados por una gran mayoría de personas.
Marx y Engels estudiaron que “la moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellos correspondan pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su trato material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia.” (Marx K.; Engels F., 1846) El efecto de verdad que se logra a través de la producción de discursos sobre la realidad es la clave para entender la inversión que se ha efectuado al no considerar a los hombres incluidos en su propia historia. Si la psicología política también escamotea la historia de los individuos, descartando sus relaciones materiales de producción de conocimientos y de bienes, también creará conciencias e ideologías con falta de sustento y devendrán en consideraciones sobre el sujeto vaciadas de sus relaciones.
De seguro que este modelo puede estar en consonancia con las diversas perspectivas antes descriptas, ya que el manejo de los significados, el sistema de expresión e interpretación depende del carácter intrínseco que se le de al mismo y no de algo naturalmente externo o neutral.
Por su parte, Alexandre Dorna dice que “la Psicología Política es la disciplina científica que trata de describir y explicar el comportamiento político, por medio del estudio de los factores psicológicos, sociales y ambientales que influyen en él”. “Aborda e integra las urgencias sociales de la actualidad: un diagnóstico de la crisis contemporánea y la construcción de instrumentos de gestión capaces de informar de la gravedad de las "fiebres sociales"; re-orientar la práctica educativa del bien pensar y la educación de los ciudadanos; replantear los problemas del liderazgo político y la significación psicológica de los movimientos sociales, fenómenos carismáticos y neo-populismo, los estudios prospectivos de las causas de la violencia y el terrorismo; analizar los impactos de los medios de los medios masivos de comunicación.” “Se enfrenta a la psicología política una doble tarea:
- D’une part, collaborer à la reconstruction épistémologique des sciences humaines ; -Por un lado, colaborar en la reconstrucción epistemológica de las humanidades;
- D’autre part, enquêter sur la conception de l’homme néo-libéral et la pensée technocratique actuelle. -Por otra parte, investigar la concepción del ser humano neoliberal y el pensamiento tecnocrático.” (Dorna, 1998) Se trata entonces de una disciplina volcada más al análisis de los procesos de construcción socio-política a partir de los procesos de subjetivación del hombre moderno. Es decir, su objeto de estudio compete tanto a las crisis o sintomatología actual del sistema organizativo analizado dentro de su propia lógica sistémica, como a las consecuencias sintomatológicas del individuo o la colectividad en cuestión de acuerdo a cómo el sujeto decide organizarse. Es, como él mismo lo dice, un diagnóstico de la realidad de hoy que se impone como un verdadero desafío a la importancia de las creencias epistemológicas.
El modelo psicohistórico “propone la introducción de la historia en la comprensión de los fenómenos políticos. Acude al estudio de los fenómenos políticos mediante el análisis de documentos concernientes a hechos históricos en la vida de personajes políticos. O bien, plantea el papel jugado por los fenómenos psicológicos en el desarrollo y características de los grupos de grupos y movimientos políticos en la perspectiva histórica.” (Montero, 1999) No hace falta nombrar la consonancia que porta este modelo con la perspectiva psicoanalítica y con la perspectiva discursiva, ya que la introducción de la historia como factor a ineludible para realizar un análisis de los procesos subjetivos. Una perspectiva la propone de entrada y a la otra la fortalece en el sentido de que es posible enriquecerla con los posibles cambios que se pueden observar tanto en los usos lingüísticos como en el uso que se da de ellos en la política.
Pero, la dificultad estriba aquí en quedarse en el historicismo, ya que éste puede ser más descriptivo que explicativo si el investigador en su objetividad no determina la precisión y la coherencia de los atributos y no en la colección de fenómenos más o menos análogos. “Es más importante, para el progreso del pensamiento, aquello que limita un conocimiento, que aquello que amplía vagamente el conocimiento”. (Bachelard, 1948)
Como último modelo está el marxista para el cual “los procesos y el comportamiento psicopolítico son el producto de la influencia de instituciones sociales y culturales que responden a su vez a peculiares relaciones de producción. Toda psicología política debe contextualizarse”. (Montero, 1999) Este modelo plantea ciertos principios fundamentales, entre ellos:
el carácter histórico de los fenómenos psicopolíticos,
el carácter dialéctico de los mismos. Su construcción en una relación en la cual se transforman mientras transforman la sociedad en la cual se dan.
la determinación socioeconómica de la vida social y por ende, de la política.
el estudio de los procesos de alienación e ideología como fenómenos sociales complejos y que en tanto estén al servicio de determinados intereses, cuya hegemonía persiguen, contribuyen al mantenimiento de las desigualdades socialmente inducidas. Como se ve, el carácter micro y macro confluyen en este modelo, a la vez que introduce el fenómeno de movilidad social gracias al carácter histórico de los mismos. Esto hace que esté más cerca de un pensamiento científico ya que éste “no puede satisfacerse ligando pura y simplemente los elementos descriptivos de un fenómeno con una sustancia sin esfuerzo alguno de jerarquía, sin determinación precisa y detallada de las relaciones con los demás objetos”. (Bachelard, 1948) Sin duda, este modelo problematiza y complejiza más que simplifica; ordena y explica más que describe. Y con respecto a los procesos de alienación e ideología toman fuerza a partir de la consideración de la historia vinculada a intereses de grupos a cierta interpretación de la misma creando conciencias.
Qué entendemos por Ideología
Marx y Engels aluden que “tenemos que examinar la historia de los hombres, puesto que casi toda la ideología se reduce ya bien a la interpretación tergiversada de esta historia, ya bien a la abstracción completa de la misma. La propia ideología no es más que uno de tantos aspectos de esta historia”. (Marx K.; Engels F., 1846) La consagración de la ideología corre por el lado del tipo de lectura que se hace de la realidad, y del modo de ver la historia. Alude la ideología al proceso de preformar a las concepciones que se puede tener sobre la realidad, es decir, la conciencia que se puede tener mediante el desplazamiento y ocultamiento de las explicaciones de cómo se piensa y actúa de determinada manera, de porqué se pertenece a determinado sector social y, sobre todo, de manejar un lenguaje que no permita acceder a y a vislumbrar que la forma de vida depende de las condiciones materiales de relaciones de trabajo. “Un determinado modo de producción o una determinada fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de cooperación o un determinado peldaño social, modo de cooperación que es a su vez, una «fuerza productiva»; que la suma de las fuerzas productivas accesibles al hombre condiciona el estado social y que, por tanto, la «historia de la humanidad» debe estudiarse y elaborarse siempre en conexión con la historia de la industria y del intercambio”. (op. cit.)
Creemos que el repaso sintético por los distintos modelos y niveles del quehacer psicopolítico que utilizamos brinda una base esencial para introducirnos con bagaje epistémico firme y lograr el objetivo propuesto que es el de cuestionar al concepto de ideología que se trabaja.
Fernández Christlieb, en “Consideraciones Teórico-Metodológicas sobre la Psicología política”, dice que “desde el punto de vista de una psicología política acorde a la realidad, teoría y metodología refieren a un sistema de interpretación que explique un campo de la realidad social a partir de las posibilidades que la acción y voluntad humana tienen para transformarlo, y cuya verificación –ideal- está dada por los cambios de esa realidad. El término ‘psicología política’ es o sería aplicable al análisis de la función ideológica del conocimiento como recurso en el ejercicio del poder social.” (Christlieb, 1987) Por lo tanto entramos en el campo del cuestionamiento acerca de la función que ocupa el conocimiento psicológico dentro de la dinámica social-profesional, esto es, dentro del campo de las relaciones socioeconómicas de producción de conocimiento y de la utilización correspondiente por parte de quien detente el poder de ponerlo en práctica en una determinada sociedad. Es decir que a la ‘ideología’ ya lo hemos definido como un proceso, lo cual exige un tiempo en el sujeto individual o colectivo para que funcione y para que el profesional de la psicología lo practique.
Fernández L. González Rey, en “Psicología, Ideología y Política. Un marco conceptual para su análisis en América Latina” (1987), escribe: “Las ciencias sociales expresan la ideología de clase dominante en una determinada sociedad y, por tanto, se convierten en un instrumento de la organización política en que dicha ideología se materializa. La ciencia es, a su vez, una importante fuente de conocimientos y reflexiones que niegan la ideología y el poder político imperante; por tanto, ésta es una relación viva y activa que debemos analizar de forma dialéctica.” (González Rey, 1987)
La pregunta en este escrito está apuntando a cuánto de la relación ciencia-ideología-política se puede captar en tanto se produce este saber. Captar la función, ideológica por cierto, tanto de la psicología política como del concepto de Ideología. Esto sería preguntarse por el método de aproximación del objeto a estudiar; y no por el objeto a estudiar en calidad de ‘ideológico’.
“El realista toma enseguida el objeto particular en el hueco de la mano. Lo describe y lo mide por lo que posee. En cambio, el científico se aproxima a este objeto primitivamente mal definido. Luego se apresta a medirlo. Discute las condiciones de estudio; determina la sensibilidad y el alcance de sus instrumentos. Finalmente más que al objeto de su medida, el científico describe el método de medida. El objeto medido ya no es sino un grado particular de la aproximación del método de medida. El científico cree más en el realismo de la medida que en la realidad del objeto.” (Bachelard, 1948)
Preguntarse sobre la Ideología. ¿Cuál es su función en el campo de la Psicología Política propiamente dicha?
A esto apuntaremos en adelante.
“El lenguaje es tan viejo como la conciencia: el lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real, que existe también para los otros hombres y que, por tanto, comienza a existir también para mí mismo; y el lenguaje nace, como la conciencia, de la necesidad, de los apremios de relación con los demás hombres”. (Marx K.; Engels F., 1846) De aquí que la ideología es este quehacer cotidiano que no habla de cómo están establecidas las relaciones entre los hombres, relaciones que están dadas por supuestas y naturalizadas. El proceso de hacer vivir sin instancia que determine cómo está establecido el lenguaje ni las condiciones de vida, es lo que preforma la conciencia. “La conciencia, por tanto, es ya de antemano un producto social, y lo seguirá siendo mientras existan seres humanos. La conciencia es, en principio, naturalmente, conciencia del mundo inmediato y sensorio que nos rodea y conciencia de los nexos limitados con otras personas y cosas, fuera del individuo consciente de sí mismo; y es, al mismo tiempo, conciencia de la naturaleza”. (Marx K.; Engels F., 1846)
“La ideología, como sistema de concepciones, ideas, valores y otras formas de expresión individual y social, refleja directa o indirectamente las peculiaridades económicas y sociales de la sociedad, y expresa los intereses y objetivos de una clase social determinada. Cada escuela del pensamiento psicológico expresa la ideología de su época, y de la sociedad en que se desarrolló.” (González Rey, 1987). Es decir, que toda producción por parte de la psicología y todos sus términos, conceptos y variables que utiliza no están teñidos de una cierta ingenuidad social o de neutralidad o asepsia científica. Hay un condicionamiento. La psicología política también está condicionada por los factores de la época en que se hacen sus desarrollos.
Maritza Montero define a la “ideología como el bloqueo del conocimiento que opera en el inconsciente y cuyos efectos se hacen en lo conciente. La principal función de la ideología será mantener en estado latente el conocimiento que debe ser reprimido, creando así un yo que será también su agente en la medida en que ejercerá la represión que exiliará al inconsciente el conocimiento proscrito. La función privilegiada implica la negación del cambio, a la vez que produce la ilusión del cambio. Ahora bien, nuestro objetivo es señalar cómo en el nivel psicológico, se producen las condiciones necesarias para la perpetuación ideológica en los diferentes sectores del grupo social.” (Montero, 1984) Permite esto que se le entienda a Fernández Rey cuando dice que “lo político-ideológico está presente en todas las formas de expresión de la personalidad. La forma de asumir una profesión, el modo de vida, la relación familiar, son expresiones indirectas, pero comprometidas de la posición político ideológica de un sujeto concreto” (Fernández Rey, 1987),
Definimos a la ideología como un proceso que expone un sistema en donde se manifiestan un conjunto de relaciones de muchos factores, entre ellos las variables de la personalidad y las peculiaridades del sistema socio-económico y; que tanto en éste como en la realidad, existe un saber que es reprimido, el mecanismo de la represión logra su cometido. El sujeto es portador de su Inconsciente a la vez que es portador también de un ‘Inconsciente Social’, lo cual estaría estableciendo dos niveles de ‘saber supuesto’ que se entrelazan y vinculan entre sí. El saber propio de las vicisitudes individuales de su pasado individual, y el saber de las condiciones simbólicas y materiales de producción, ambas mantenidas en estado de latencia. Ahora bien, el logro de hacer manifiesto lo latente tanto en uno como en otro nivel, supone el acceso a un saber que estaba anteriormente en condiciones de ‘falsedad’, al menos así lo formulan los autores citados. Creemos que es este concepto de falsedad evocado aquí el que peca de ideología de acuerdo a lo que hemos ido desarrollando, es decir, que la lucha por lo verdadero y lo falso continuaría su curso.
Por lo tanto, suponer que la emergencia de lo latente tiene como destino del acceso a la verdad, es seguir considerando al proceso racional con el poder de acceder a un lugar y tiempo y lugar mítico: la certeza; típica característica de la secularización de la modernidad más no del pensamiento científico. Siempre tendremos a caer que “este” conocimiento es el verdadero y se impondrá como hegemónico por el simple hecho de que los otros posibles tienen menos “verdad”.
En este mismo sentido Bachelard opina que “el pensamiento pre-científico está fuertemente vinculado con el pensamiento simbólico. Para él el símbolo es una síntesis activa del pensamiento y de la experiencia”. ¿Qué es sino la ‘verdad’ tomada de esta manera como un absoluto al que es posible acceder? Vemos entonces que no es por el camino de ‘la represión’ que podemos avanzar más racionalmente. Sin embargo no deja éste de tener su funcionalidad.
Ahora bien, ¿porqué el análisis de la mercancía –el cual concierne a una cuestión puramente económica- ejerce tanta influencia en el campo general de las ciencias sociales? “Es como si la dialéctica de la forma de la mercancía nos diera a conocer una versión pura de un mecanismo que nos ofrece la clave para la comprensión teórica de los fenómenos que, a primera vista, no tienen nada que ver con el campo de la economía política”. (Zizek, 1994) Este mismo autor cita a uno de los intelectuales de la Escuela de Francfort, A. Sohn-Rethel, para dar a conocer su tesis fundamental, la cual dice: “el análisis formal de la mercancía es el que tiene la clave, no sólo de la crítica a la economía política, sino también a la explicación histórica del modo de pensar abstracto y de la división del trabajo en intelectual y manual que nació con la mercancía”. (op. cit.) Esto quiere decir que la operación de la abstracción mental está significada o concretada gracias al acto del intercambio, y ésta es una pertenencia que de alguna manera establece un ‘afuera’ del pensamiento, una externalización propia del acto de abstraer, una descentralización. “La abstracción del intercambio no es pensamiento, pero tiene la forma de pensamiento”. (op. cit.) Nos encontramos con el vínculo entre el marxismo y el psicoanálisis, pero ahora desde una perspectiva estructural y no fenomenológica como en la fundamentación anterior. Se homologa a la manera de funcionar la psiquis con la forma de organización económico-social, en la que en ambas hay una externalización, una estructura propia de funcionalidad que nada tiene que ver con lo que puede esto significar, es decir, que si es agradable o desagradable, aceptable o no aceptable, soportable o insoportable. ’Eso marcha’, diría Marx. Como Freud dijo ‘eso habla’.
Entonces ¿qué tienen de relación esta forma de pensamiento ‘externa’ al pensamiento mismo y la ideología? Pues bien, es en el acto de intercambio casual con otro individuo en el mercado que el sujeto, o mejor dicho el propietario, desdeña toda la dimensión universal, la dimensión social que está ‘reprimida’. Este no-conocimiento es intrínseco a la forma de manejarse en la realidad; si supiéramos mucho, el intercambio no sería el mismo “Ésta es probablemente la dimensión fundamental de la ‘ideología’: la ideología no es simplemente una ‘falsa conciencia’, es más bien esta realidad a la que ya se ha de concebir como ‘ideológica’. “Ideológica no es la ‘falsa conciencia’ de un ser (social) sino este ser en la medida que está soportado por la ‘falsa conciencia’. Hemos llegado finalmente a la dimensión del síntoma; una formación cuya consistencia implica un cierto no-conocimiento por parte del sujeto.” (op. cit.) Un cierto no-conocimiento por parte del sujeto que una y otra vez se ensaña en aplicar. Por más que ‘eso’ falle y muestre fisuras por doquier.
No podemos estar más cerca ya del psicoanálisis. No sólo por cómo considera al objeto de estudio en cuestión, es decir, al ser social; sino también al modo de construir a la realidad, cosa que incluye al investigador en cuestión. No por trabajar intelectual y destrabar el mecanismo de represión se llega a la verdad que desata la revolución. La dimensión ideologizante es constructora de realidad, sea ésta falsa o verdadera, es.Es una “forma de comunidad ilusoria, pero siempre sobre la base real de los vínculos existentes”. (Marx K.; Engels F., 1846)
Creemos que no somos portadores de verdad alguna al hacer psicología política intentando develar lo oculto; lo que se intenta hacer es vislumbrar a este ‘medio decir’ en cada manera de hacer psicología. Por lo que se estaría trabajando tanto con la manera de hacer psicología, de dónde proviene, qué objetivos busca, cuál es su funcionalidad; como con el producto terminado de esta psicología y qué significa esta concepción del hombre individual y colectivo para la sociedad.
A partir de aquí consideramos que estamos en condiciones de hacer una revisión del uso que se le da a la Ideología como concepto clave del conocimiento llamado ‘psicología política’.
¿Qué puede aportar el concepto de Ideología?
La pregunta es que si este concepto de ‘ideología’ como conciencia ingenua tiene vigencia en los tiempos que corren ya que aún teniendo conciencia de las condiciones materiales y simbólicas de producción e intercambio, las paradojas, las contradicciones, el síntoma en sí, no deja de desaparecer. Por lo tanto “ya no podemos someter el texto ideológico a la lectura ‘sintomática’. La ideología totalitaria ya no tiene pretensión. Ya no pretende ser tomada seriamente; su dominio está garantizado, no por su valor de verdad, sino por simple violencia extra-ideológica y promesa de ganancia”. (Zizek, 1994)
Antes los sujetos individuales y los colectivos ‘no sabían lo que en realidad hacían’. Sin embargo, ahora, los individuos saben que el dinero, ese gran objeto sublime, saben que no tiene nada de mágico y que sólo expresa el modo en que se dan las relaciones sociales, es decir, saben los sujetos que tras las relaciones entre las cosas se encuentran las relaciones entre las personas. “El problema es que en su propia actividad social, en lo que hacen, las personas actúan como si el dinero, en su realidad material, fuera la encarnación inmediata de la riqueza en tanto tal”. “Lo Universal es simplemente una propiedad de los objetos particulares que en realidad existen, pero cuando somos víctimas del fetichismo de la mercancía parece como si el contenido concreto de una mercancía (su valor de uso) fuera una expresión de su universalidad abstracta (su valor de cambio)”. (op. cit.)
Otorgarle esta consistencia al dinero, sustancializarlo de esta manera, sería como mantenerse en el estadio del pensamiento pre-científico, ya sea como investigador de las condiciones socio-económicas, ya sea de las actividades que realizamos como profesionales. “El fenómeno inmediato será tomado como el signo de una propiedad sustancial”. “Este curioso pensamiento que exige que todo principio activo crea una sustancia es muy sintomático”. “La necesidad de sustantificar las cualidades es tan grande que cualidades puramente metafóricas pueden llegar a ser planteadas como esenciales”. (Bachelard, 1948)Entonces, “mientras se da, por tanto, una separación entre el interés particular y el interés común, mientras las actividades, por consiguiente, no aparecen divididas voluntariamente, sino por modo espontáneo, los actos propios del hombre se erigen ante él en un poder ajeno y hostil, que le sojuzga, en vez de ser él quien lo domine”. (Marx K.; Engels F., 1846)
Se trata de una ilusión doble que por un lado intenta desconocer la estructura de la realidad que moldea las relaciones sociales, y que por otro aún conociéndola (a la realidad) se actúa igualmente en ella. “Y esta ilusión inconsciente que se pasa por alto es lo que podría denominarse la fantasía ideológica”. “El nivel fundamental de la ideología no es el de la ilusión que enmascare el estado real de las cosas, sino el de una fantasía (inconsciente) que estructura nuestra realidad”. (Zizek, 1994)
Entonces es con la dimensión imaginaria con que los sujetos individuales y los colectivos se manejan en la realidad. Sin escamotear la actividad ficcionaria del productor de conocimientos en psicología.
Nuestra incumbencia pertenece al plano de la realidad, de lo que hay en nuestra construcción del mundo, del modo de vida, de cómo nos sentimos, de lo que hacemos y cómo lo hacemos, y de cómo considera la psicología al sujeto individual y al sujeto colectivo. Cuándo lo considera como saludable, y cuándo lo considera enfermo. ¿En base a qué variables, definidas como importantes a considerar en el sujeto, establece la relación a una determinada descripción de la realidad, definiendo así a un sujeto como portador de salud o de enfermedad? Por eso nos quedamos en el plano de la ideología más no cuestionándola como verdadera o falsa, sino interrogándola directamente como la única asequible, perceptible ya que “la distancia cínica es sólo un camino para cegarnos al poder estructurante de la fantasía ideológica: aun cuando no tomemos las cosas en serio, aun así lo hacemos”. (Zizek, 1994) El cinismo está del lado de hacernos creer que las cosas así funcionan, y que no hay interrogación posible para abrir espacio al cambio de algunas cosmovisiones.
Si cuestionamos como ejemplo a la noble libertad, Universal ideológico que se despliega en todos los ámbitos de la vida social, en lo jurídico penal, en los derechos de expresión, de elección, en el ámbito geopolítico, y por supuesto en el mercado; decimos que por medio de que en la necesidad estructural del sistema, la libertad específica del obrero, que vende su fuerza de trabajo, subvierte la noción universal debido a que vender su fuerza de trabajo, deja ya de ser libre, no por pasar a ser esclavo de su patrón, sino por pasar a ser siervo del capital, del valor de su fuerza de trabajo. Esta es una pequeña diferencia que no deja de tener sus consecuencias ‘revolucionarias’. Por eso es que los obreros aun sabiendo que la libertad de vender la fuerza de trabajo encubre cierta forma de explotación, aun continúan en pos de alcanzar la libertad gracias a lo que recibe a cambio (creyendo que la riqueza lo librará de la explotación. Si, de su explotación, pero no de la explotación). Por eso es que aun sabiendo que podemos reflexionar y cuestionar cuantas cosas queramos, aun así los intelectuales/investigadores pensamos que lo certero puede ser conocido pasando a estatuto de verdadero.
“El rasgo característico del análisis de Marx es que las cosas (mercancías) creen en lugar de ellos, en vez de los sujetos: es como si todas las creencias, supersticiones y mistificaciones metafísicas, supuestamente superadas por la personalidad racional y utilitaria, se encarnan en las ‘relaciones sociales entre las cosas’. Ellos ya no creen, pero las cosas creen por ellos”. (op. cit.)
La Psicología Política cuestiona el modo de suponer de la psicología a la realidad y al sujeto individual y colectivo, no desechándola como falsa o paupérrima, sino contrastándola con cómo se presentan todos los factores que intervienen en ellos. ¿Qué se entiende por ‘salud mental’ en esta sociedad? ¿Quiénes detentan el poder de por un lado definir a lo que se entiende por ‘salud mental’ en un sujeto, y por otro lado y quiénes el poder de ejercer las prácticas profesionales en base a su propia concepción de salud? ¿En base a qué plantea una institución que nuclea a profesionales (Colegios) para recibir unas obras sociales y no otras, quedando un conjunto de individuos sin posibilidad de acceder al servicio por medio de los beneficios que la sociedad mercantil le otorga? ¿Qué significa que en la carrera de licenciatura en psicología el egresado en cuestión tenga un perfil de diagnosticador clínico y no preventivo?
Creemos que esto es trabajar a nivel de la fantasía ideológica. No suponemos un saber verdadero, sino más bien cuestionamos el modo tal como se presenta los saberes para cuando se incrustan como verdad por un lado, y la forma como son intercambiados estos saberes en esta sociedad mercantil. Se intenta en cada labor cotidiana explicar “las formaciones ideológicas sobre la base de la práctica material, por lo cual llega, consecuentemente, a la conclusión de que todas las formas y todos los productos de la conciencia no pueden ser destruidos por obra de la crítica espiritual, mediante la reducción a la «autoconciencia» o la transformación en «fantasmas». (Marx K.; Engels F., 1846)
Por eso toda psicología es ideológica. Ningún saber, ningún conocimiento está teñido de una la pretendida neutralidad o asepsia total. El nivel de análisis político de la psicología tiene un sentido, resultado de la posición que tomemos como psicólogos con respecto a como describimos a la realidad y el contacto que de ella y con ella resulte; cómo las relaciones simbólicas y materiales de producción están incluidas en el sujeto teorizado y cómo estas mismas condiciones repercuten en el trabajo profesional. La psicología política entabla las relaciones que ‘la psicologìa’ establece, enfoca o enjuicia a los elementos de la realidad (que le incumben) y se sirve de la ideología como instancia de vigilancia intelectual.
Bachelard, Gaston, 1948: “La formación del espíritu científico. Contribución a un psicoanálisis del conocimiento objetivo”. Editorial Argos, Buenos Aires, Argentina.
Chevalard, Yves, 1991: “La Transposición didáctica. Del saber sabio al saber enseñado”. Aique Grupo Editor, S. A., 1997, Capital Federal, Argentina.
Dorna, Alexandre, 1998: “Fondements de la Psychologíe Polítique”.PUF. París, 1998.
Fernández Christlieb, Pablo, 1987: “Consideraciones Teórico-metodológicas sobre la Psicología Política”. En Montero, Maritza: “Psicología Política Latinoamericana”. Editorial Panapo, Caracas, Venezuela.
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Marx, Karl; Engels, Fiederich, 1845/46: “Marx & Engels, Obras Escogidas en tres tomos”. Editorial Progreso, Moscú, 1974.
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Zizek, Slajov, 1994: “Ideología. Un mapa de la cuestión”. En Fondo de Cultura Económica de Argentina, 2003, Buenos Aires, Argentina.