N°26 / numéro 26 - Janvier 2015

Reseña del libro Ciudadanía, Movimientos Sociales y Resistencia en México

Abraham Quiroz Palacios

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Ciudadanía, Movimientos Sociales y Resistencia en México, es un libro de 213 páginas, ISBN: 978 607 468 655 0,  que recién editó la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, con prólogo del Dr. Fernando Matamoros Ponce y la autoría de quien esto escribe. La obra se compone de 14 ensayos que temáticamente se articulan entre sí con cierta secuencia, en los cuales el autor utiliza las herramientas conceptuales y teóricas de diversas disciplinas científicas –como la psicología política, la filosofía y la ciencia política- para analizar las protestas sociales, los movimientos reivindicativos y de resistencia que se han suscitado en México durante los últimos años.

Dos son los elementos centrales que cruzan toda la obra. El primero de ellos es la democracia, que a la vez que motiva la participación ciudadana en los asuntos de carácter público, es, y de hecho ha sido desde hace mucho tiempo en la sociedades occidentales, “el obscuro objeto del deseo político”, tanto de intelectuales como de las masas desheredadas de la tierra, aunque cada quien la entiende y la aplica a su manera. Dentro de esa pluralidad de acepciones que tiene el concepto destaca, por cierto, con gran poder avasallador, la denominada democracia representativa o formal, cuyas virtudes se convierten en reglas de operación gracias a una literatura especializada que hegemoniza el campo y que pretende hacer creer que la mejor vía de la participación política es el acudir a la urna, de manera periódica, para que el ciudadano emita su voto en favor o en contra de algún candidato o partido político y legitime así al representante o gobierno que resulte.

Sin embargo, frente a esa acepción y sus particulares ejercicios prácticos, existen también las democracias participativa y directa, cuyos cánones y objetivos son definitivamente distintos a la primera, puesto que en ellas sus acciones son motivadas por actitudes críticas y por el deseo de modificar desde el fondo el estado de cosas existente; se trata de que con la lucha permanente y las acciones directas se vaya prefigurando la nueva cultura política de igualdad, de solidaridad, de justicia y dignidad que la sociedad del futuro  -una sociedad no capitalista- debe poseer.

El otro elemento que, por fortuna está indiscutiblemente presente en los diferentes movimientos sociales y políticos, es el Principio Esperanza que, generado y propuesto por Ernst Bloch, significa justo lo que acabamos de señalar, es decir, el luchar por una sociedad de bienestar e igualitaria, propósito que debe partir siempre de los sueños que se sueñan despiertos; algo que seguramente es una utopía, pero que, en palabras de Bloch, es alcanzable debido a que ésta solo es realizable como posibilidad de un mundo mejor, que es por lo cual lucha la gente; la única condición para alcanzarla es, naturalmente, que las clases subalternas luchen en contra de la opresión y por su emancipación, y si, por cierto, en esa lucha los científicos sociales deciden acompañar a aquéllas, cuanto mejor.

En efecto, la lucha por otro mundo posible se constata no solo en las movilizaciones de los zapatistas chiapanecos –que en México fueron los primeros en plantearlo en esos términos-, sino también en los demás movimientos sociales que han sacudido al país, como el del ’68, ya un poco lejano en tiempo pero todavía con importantes impactos actitudinales en diversos sectores de la población. Pero, asimismo, el Principio Esperanza ha estado presente, dialécticamente hablando, incluso en la propia lucha electoral de 1988, de 2006 y de 2012, episodios en los que los ciudadanos, al depositar su voto en las urnas, soñaron despiertos en una sociedad mejor, en un futuro auténtico.

Los otros casos son, por ejemplo, el de los jóvenes del movimiento #Yo soy 132; el de los aguerridos profesores de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE); EL de los obreros del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME); el de los pueblos originarios y defensa de la tierra, etc., que aunque en todos ellos sus protagonistas son distintos, sus demandas muy focalizadas, sus estrategias diferentes y su resistencia variable en el tiempo, cada uno alcanza su respectiva utopía según la posibilidad que el campo de fuerza les permite.

Mención aparte merece el liderazgo carismático de Andrés Manuel López Obrador, quien a partir de 2004 y sobre todo en las campañas electorales para presidente de la República en 2006 y 2012, manejó para sus seguidores un discurso sencillo, reiterativo y de fácil memoria, que le resultó muy redituable para trabajar nuevas identidades políticas, cambios de actitud en sus seguidores, reunión constante de las masas y, de paso, un culto a su personalidad, fenómeno psicológico-social que, por ciderto, no es privativo  de él, sino de la humanidad entera, pero que el autor del libro no deja de comentarlo.

El libro también incluye temas como la enajenación, el análisis de la coyuntura nacional y las posibilidades de una construcción alternativa de un partido-movimiento que, en la visión del autor, está situado justo en la perspectiva del Principio Esperanza.

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