Economista.
La reflexión que hago a continuación surgió de una conversación que sostuve con un joven profesional respecto del significado de la palabra pueblo, tan usada, manipulada y manoseada hoy en día. Tanto el chavismo como la oposición hacen uso extenso y abusivo de este término, tanto es el abuso, que terminan vaciándolo de significado.
En términos políticos, y alejándonos de las definiciones clásicas de pueblo, que señalan que este está determinado por un conjunto de personas que comparten un territorio, una nacionalidad y unos intereses comunes, este pareciera ser una construcción teórica usada por la clase política con unos fines de manipulación de las masas. El concepto pueblo ha sido usado ampliamente por los regímenes totalitarios del socialismo del siglo XX y también por el fascismo y el nazismo. En definitiva, los partidos políticos terminan asociando el término a sus adherentes o seguidores, todo aquel que no se encuentre en sus filas se transforma automáticamente en anti-pueblo. Por lo tanto, hay un uso maniqueo del término.
El pueblo se ve como un ente homogéneo, que piensa siente y actúa de una determinada manera. Sin embargo, para los políticos como Mussolini, Hitler o Mao entre muchos otros, el pueblo debe ser guiado. Al pueblo hay que enseñarle las ideas correctas, hay que inculcárselas, en otras palabras, es necesario un proceso de adoctrinamiento.
En este orden de ideas, esta concepción de pueblo está ligada a otro concepto clave y es el de la traición, todo aquel que abandona las ideas correctas se convierte en un traidor al pueblo y debe ser corregido como lo hiciera Mao con su revolución cultural en China. De tal manera, el anti-pueblo es algo despreciable y el salto de talanquera absolutamente abominable.
De acuerdo a lo anterior, los políticos deben hacer esfuerzos para darle ciertas características al pueblo que permitan la cohesión entre los hombres y mujeres que lo componen. En el caso del chavismo, el pueblo es básicamente aquel grupo de la sociedad que es pobre y ha estado marginado y excluido, por lo tanto, el discurso debe estar dirigido a reconocer a este grupo y hacerlo sentir importante, hacerlo sentir que hay una clase política identificada con sus problemas. Además, se ha vuelto de uso común el hablar del empoderamiento del pueblo, aun cuando, este pueblo la mayoría de las veces solo sirva para comparsa que debe aplaudir obsecuentemente los discursos incendiarios de representantes de la clase política.
Un aspecto muy importante para que la clase política obtenga la cohesión del pueblo, o mejor dicho de sus seguidores, es que exista un enemigo visible que es el agente y la personificación del mal, el causante de todas las desgracias del pueblo. En este sentido, no hay nada más cohesionador que un enemigo a la vista. Los nazis en su momento fabricaron ese anti-pueblo malvado, y fueron los judíos. Entonces, en la concepción maniquea del término pueblo aparece la sempiterna lucha entre el bien y el mal, el pueblo simboliza todo lo bueno, todo lo puro, en tanto que, el anti-pueblo simboliza todo el mal. Pudiéramos decir que hay un sentido místico religioso que invade esta confrontación.
Es así como en Venezuela, para el chavismo la revolución simboliza todo lo bueno y la contrarrevolución todo lo malo. En este panorama no hay términos medios, o estás con Dios o estás con el Diablo. En el discurso político chavista, todo lo que representa la revolución es inconmensurablemente bueno, por eso se habla de que la revolución garantiza la felicidad suprema del pueblo, la justicia social, la reivindicación de los pobres y la lucha contra el imperialismo malvado y la burguesía apátrida. Este discurso político se apropia inclusive del patriotismo y por supuesto lo lleva hasta una concepción ramplona que cae en el patrioterismo más barato.
Ahora bien, la oposición venezolana también propugna un discurso que va en el sentido contrario, la revolución es lo peor que puede haberle pasado al país. La revolución es corrupción, ineficiencia, dictadura y va contra los intereses del pueblo. La oposición se olvida por completo que el ascenso de Hugo Chávez fue producto de años de decadencia, despilfarro, corrupción e ineficiencia e injusticia social. El chavismo es un resultado cocinado a fuego lento por la clase política que hoy se aglutina en la oposición.
En esta visión manipuladora de la realidad, cuando el pueblo vota en contra de los intereses políticos de un grupo, se señala que el pueblo ha sido engañado por cantos de sirenas provenientes del anti-pueblo. En este sentido, por muchas loas que la clase política le dedique al pueblo, aparece un absoluto desprecio a la inteligencia de éste cuando decide votar en su contra. Es en esta situación que la clase política habla de la falta de consciencia del pueblo, o de la traición al pueblo por parte de algunos.
Quienes ejercen el poder político siempre justificarán sus acciones en términos que las mismas están determinadas por los mejores intereses del pueblo. Sin embargo, como hemos dicho siempre habrá un anti-pueblo que no se sentirá legítimamente representado.
En otro orden de ideas, en una conversación sostenida con un amigo, éste me expresaba que había un elemento importante a considerar en la caracterización del pueblo, este elemento eran las luchas sociales a las cuales adhería el pueblo, es decir, sin estas luchas no existiría un pueblo como tal.
Por lo tanto, una supuesta consciencia del pueblo no sería más que la expresión de un conjunto de intereses por los cuales éste lucharía para hacerlos realidad. Es bien sabido que a lo largo de los períodos turbulentos de la historia, el pueblo se ha señalado como el motor de los cambios. Las revoluciones siempre se han justificado en términos de ser la expresión de la voluntad de cambio de un pueblo contra el estatus quo. Detrás de la revolución francesa y de la revolución rusa hubo un pueblo alzado contra una tiranía.
Sin embargo, a mi modo de ver, las revoluciones se extinguen cuando la clase política que lidera al pueblo toma el poder. En este orden de ideas, el ejercicio del poder por parte de la clase política lleva al mantenimiento del estatus quo, que en buena medida no es otra cosa que el interés de la clase política de un determinado signo de mantenerse en el poder.
Esta situación tarde o temprano lleva al distanciamiento entre los intereses del pueblo y aquellos de los políticos que gobiernan en su nombre. Esto llevó a Milovan Djilas a escribir su libro “La nueva clase” en que caracterizó a la clase política soviética como una instancia totalmente divorciada de la realidad que vivía el pueblo en los regímenes socialistas del siglo XX.
En el caso venezolano también se ha visto con bastante claridad el abismo que se ha venido produciendo entre las necesidades, intereses y condiciones de vida del pueblo chavista y el estamento político que dice representarlo. Esta contradicción que se profundiza día a día está haciendo que el anti-pueblo desde el punto de vista chavista vaya creciendo y haciéndose más combativo. En este orden de ideas, el proceso revocatorio del mandato del Presidente Maduro es una realidad que se abre paso a pesar de la resistencia del gobierno.
En el caso que se dé el revocatorio del mandato de Maduro y haya elecciones presidenciales y gane la oposición, entonces el anti-pueblo se convertirá en pueblo y viceversa. Sin embargo, es necesario resaltar que en el mismo momento que exista un nuevo pueblo supuestamente en el poder comenzará el distanciamiento con la clase política que los representa.
Por último, para referirme a la situación del revocatorio, debo decir que el gobierno evidentemente está tratando de apostar a retrasarlo hasta el próximo año con miras a que asuma el vicepresidente de turno y termine el período presidencial. Sin embargo, mi impresión muy particular es que esto no será posible por el rápido deterioro de la situación económica y la frustración y la rabia que se va apoderando del colectivo. Tratando de ser lo más objetivo posible yo no veo ninguna medida económica que pueda aliviar la situación económica y social en el corto y mediano plazo.
La situación de cuasi hiperinflación, la contracción económica estimada en un 8% este año, la caída de los ingresos petroleros aunado al déficit público y las escasas reservas internacionales, situación que conduce a una contracción de las importaciones de alimento, medicinas y repuestos no encuentra una respuesta adecuada por parte del gobierno. Si alguien cree que con la agricultura urbana más el decreto de unos motores económicos y una devaluación del bolívar es posible salir a flote, ese alguien es muy ingenuo o no está pensando correctamente.
Por otra parte, hay algo que no se está tomando en consideración para nada. Independientemente de lo que ocurra con el revocatorio, a fin de año hay elecciones de gobernadores, y aun cuando el revocatorio quede para el 2017, esas elecciones pueden significar una nueva paliza para el gobierno que difícilmente pueda soportar. El otro escenario es de una confrontación total en las calles con todas las graves consecuencias que eso acarreará.
Ojalá la sensatez se imponga en la clase política de un lado y otro y estén dispuestos a buscar una salida negociada como fue la transición a la democracia en Chile, respetando las tremendas diferencias con el caso venezolano.